mayo 10, 2010
EL DÍA A DIA EN LA VIDA DE LAURA CAPITULO 11º
Laura se estaba volviendo loca con todos los preparativos de la boda. Se había encargado de todo como les prometió.
Amelia y Rafael, habían decidido casarse, dos ancianos, sin familia, que se conocieron en la residencia de Laura. Fueron los primeros en entrar por la puerta cuando la abrió, vinieron por separado, pero al cabo de unos meses decidieron no separarse jamás. Viudos y solos en el mundo, encontraron apoyo el uno en el otro.
Laura no tuvo más remedio que hacerse cargo de todo. Con mucho cariño así lo hizo. Para ella eran muy especiales los dos.
Pidió al cura que les venía a confesar que les casara y él accedió con mucho gusto.
Ya estaba casi todo listo, pero no encontraba a Jaime.
Los residentes estaban emocionados muy contentos, se habían puesto sus mejores galas y Marta una de las auxiliares les llevaba al salón donde se produciría el acontecimiento.
- Marta ¿Has visto a Jaime?
- No, no le he visto, me parece que hoy no ha venido.
Que raro pensó Laura, algo ha tenido que pasar, para que Jaime no venga precisamente hoy.
Marta miró a Laura de reojo.
Llevaba meses observándoles a los dos y sabía que había algo entre ellos.
Estaba enojada, muy enfadad sobre todo con Jaime.
Él sabía lo que Marta sentía, todo lo que le había susurrado al oído eran una sarta de mentiras, por eso había aprovechado el momento. Marta le estaba chantajeando, algo que a los dos les iba hacer mucho daño.
Laura muy preocupada, tenía que ver a Jaime debía decirle algo importante, muy importante, eso les cambiaría la vida.
Entró en su despacho, para llamarlo se lo diría hoy, aprovechando el día tan bueno que Laura estaba teniendo, se sentía feliz.
Se sentó en la mesa, estaba exhausta, tendría que volver rápido al salón faltaban unos minutos para que el cura les dijera la frase que les uniría para el resto de sus días.
Al coger el teléfono se percató de algo, cerca de su carpeta encontró una nota, era de Jaime conocía su letra tenía la mala costumbre de inclinar demasiado las palabras casi hasta el punto de no entender lo que escribía.
Leyó la nota palabra a palabra, era corta, no se extendió mucho, pero lo que ponía lo entendía perfectamente. La nauseas que llevaba sufriendo casi tres meses, volvieron a su garganta. Se tapo la cara con las manos y empezó a llorar, desconsoladamente, cuando a lo lejos se oyeron las palabras.
SI QUIERO
CONTINUARÁ...
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