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enero 19, 2010

EL DESASTRE


Estoy aquí debajo de los escombros de mi propia casa.
No se el tiempo que llevo, me escuecen los ojos, no puedo respirar bien por el polvo, tengo hambre, sed y mucho miedo.
Oigo el llanto de un niño cerca de aquí pero no puedo moverme, no puedo ayudarle, me duelen las piernas.
Alguien se acerca, los ladridos del perro retumban en mi cabeza como si de unos ángeles cantando se tratara.
Quizás vengan a rescatarnos, grito con las pocas fuerzas que me quedan, cuando me doy cuenta que no oigo llorar al niño me desespero, ahora la que llora soy yo.
Al fondo veo un rayo de luz, los nervios y la ansiedad de no poderme mover hacen que afloren en mí, la duda de que no me encuentren, estoy mareada y me desmayo.
Abro los ojos, una voz dulce me habla estoy a salvo, han logrado sacarme de entre las ruinas, me llevan lejos de allí, pero en mi cabeza no paro de oír los llantos de aquel niño que no tuvo la misma suerte que yo.

enero 01, 2010

Pedrito


Bicho gafoso de mierda! le gritó Juan a Pedrito le habían puesto esas gafas de culo de botella hacía dos días y se sentía realmente mal con ellas.
Llegó a casa llorando cuando su madre notó que algo le ocurría se preocupó.
-¿Pedrito qué te pasa?
- Juan se mete conmigo
- Cariño pronto se acostumbrará a tu nuevo aspecto, eres un buen niño esos es lo que importa.
A la mañana siguiente Pedrito fue al colegio pensando en lo que su madre le había dicho.
Por el camino se cruzó con Juan que lloraba desconsoladamente, esas gafas si que eran feas.
Se paró frente a él y le dijo:
- Juan, no te preocupes lo importante es que seas un buen niño.

LA CULPA


Ni subido a una escalera conseguiría besarte. Marcelo pensaba con tristeza. Azucena se había ido llorando. Se estaba comportando como un auténtico cretino. Se pasó la noche en vela, la culpa le corrompía el alma. quería salir a buscarla pero sus piernas no le respondían. Decidido a no perderla se armó de valor, su rostro ojeroso se reflejaba en el espejo, mientras se lavaba la cara, las gotas le caian por las mejillas confundiéndose con las lágrimas, y pensó en la posibilidad... No podía ser tan malo. La magía de verle crecer, sería el mejor padre del mundo. Se le iluminaron los ojos y la culpa desapareció.