septiembre 08, 2010
LA OBSESION DE NORA
Todo eso lo supo Ana mi psicóloga cuando yo se lo conté, comprendió que necesitaba a alguien, me comentó si quería tener hijos.
- ¿Qué te parece Nora, un bebé? -Dijo alegre por la solución.
- Ana no tengo la menstruación, peso cuarenta y dos kilos. - Dije triste.
- No te preocupes por eso, podemos arreglarlo, tendrás que poner mucho de tu parte si quieres de verdad, que esto salga bien, intentarlo y te quedarás embarazada, eso si queréis, claro está.
- Claro que quiero, haré todo lo que está en mi mano, para que eso ocurra. Un halo de luz volvió a mi triste y obsesiva vida.
- Empezamos ya mismo.
- De acuerdo. -Dije asustada.
Hablé con Leo, le pareció una excelente idea, aunque no habíamos pensado tener hijos tan pronto, siempre habíamos querido ser padres. Adelantaríamos el acontecimiento por el bien de todos.
Nos constó sudor y lágrimas pero al fin me quedé embarazada.
Los primeros meses de embarazo los pasé sin problemas, cuando empezó a crecer nuestro hijo en mi interior, todo cambió.
Tenía la impresión de no poder, de no ser capaz de llevar este embarazo a cabo, mis fuerzas estaban al límite, lo intentaba pero no podía.
Mi cuerpo cambiaba rápidamente, sintiéndome cada vez peor, no me importaba nada lo único que quería era no engordar más, por eso no comía, sin tener en cuenta el estado de mi hijo.
No salía de casa para nada, me pasaba el día limpiando sobre limpio, intentando mantenerme ocupada el máximo tiempo posible, para no pensar en la comida y desgastar calorías.
Me pesaba diez veces al día, sin ropa por su puesto, mirándome al espejo una y otra vez, viéndome gorda cada vez que lo hacía.
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