septiembre 26, 2010
HABLEMOS DE.. ENVEJECER
A la persona que se le ocurrió la mítica frase "la arruga es bella" seguro que no tenía la piel tan tersa y suave como el culito de un bebé.
El envejecimiento es un deterioro de cambio que se da con el paso del tiempo, en un organismo, que conduce a alteraciones funcionales y finalmente a la muerte. En definitiva se define primero como etapa de la vida, después proceso de deterioro con el paso de los años.
Envejecer es un proceso natural de la vida no debemos preocuparnos y mucho menos obsesionarnos por ello.
Ahora, lo malo de envejecer es que la piel te sobra hasta poderte hacer un abrigo con ella, las tetas se te caen hasta las rodillas, el culo toca tus talones, la barriga no deja que veas cosas que tu cuerpo tiene y te olvidas de ellas porque no las ves.
Pierdes pelo, audición y no te puedes reír a lo loco porque los dientes postizos se te pueden caer en cualquier momento, aunque los lleves pegados con el "Corea" ese, que no vale para nada.
Tienes que ir aprendiendo a vivir distinto, hacer las cosas más despacio, a tener más cuidado al andar pues caerse y romperse la cadera no le gusta a nadie.
Cuidarse es importante, no caer en el ocio, aunque descansar y despreocuparse de todo nunca está de más.
Al envejecer no tenemos porque pensar en negativo, todo lo contrario, somos privilegiados, todo lo que hemos vivido, lo que vamos viviendo mientras envejecemos, nos hace ser mas sabios.
En nuestro país la esperanza de vida aumenta con el paso de los años. Según la OMS en el siglo XX, la esperanza de vida al nacer a aumentado 20 años Desde 1950 ahora es de 66 años, para el 2050 aumentará 10 años más.
Esto es malo para nuestras pensiones esas que no vamos a poder cobrar.
No tenemos que resignarnos a envejecer, no es malo, siempre y cuando nuestro corazón sea joven y nunca dejemos de ser niñ@, grandes disfrutando de la vida, de los sueños que nunca es tarde para cumplir, lo más importante acompañados de todas la personas que nos quieren, nos han querido y nos querrán siempre.
Envejecer al lado de tu amor, tu compañer@ de viajes de vivencias, de penas y alegrías, de toda una vida, pavimentada y sólida que es muy difícil destruir, menos lo hará envejecer.
Envejecer con dignidad es lo que todos queremos, no entristecernos porque nos veamos una arruga, o la piel nos cuelgue, a parte de otras cosas. Alegrarnos porque estamos viviendo nuestra vida, la que queremos seguir viviendo durante muchos años a ser posible, acompañados de todas aquellas personas que nos quieren y a las que queremos.
Envejecer; me estoy dando cuenta que no es tan malo, siempre y cuando sea poco a poco y sin sobresaltos, pese a que todo nos cuelgue, nuestro corazón siempre lo mantendremos joven.
septiembre 16, 2010
Llevábamos días sin hablarnos, Leo había tomado la determinación de castigarme o algo así, yo no sabía que sentía hacía mí, eso me desconcertaba, le quería pero no podía ayudarme, nadie podía, nada más que yo misma, pero no era consciente que no podía sola.
Una mañana en la cama me miró a los ojos, su rostro estaba triste, me miraba vacío, sin nada a lo que yo pudiera acogerme, me asusté, como nunca lo había hecho antes, sabía que algo no iba bien.
- Nora, estoy cansado, no puedo con esto. No se, de verdad que siento, quiero quererte pero tú no me dejas. El bebé me importa y tendrá un padre cuando nazca que seré yo eso no lo dudes, pero tú y yo no podemos seguir juntos, así. Quiero alejarme, para pensar en todo esto, siento no poder ayudarte más, pero mientras no quieras o no te dejes ayudar yo no puedo hacer nada.
Me quedé impasible, ante la situación no podía creer que me estuviera abandonando, que me dejara sola en estos momentos, sí quería ayuda, necesitaba gritar pero no salía nada de mi boca.
-Leo, lo entiendo, se que ha sido un infierno, y no puedes hacer más de lo que ya has hecho, ahora lo se. Te necesito y no quiero que te marches, no te vayas por favor. Hazlo por tu hijo.
- No , Nora me marcho.
Subió al dormitorio, donde nunca volveríamos a estar juntos, cogió sus cosas y se marchó.
Me quedé sola y obsesionada, perdiendo mi vida y a todos los que me quieren y a los que quiero.
Pensaba en mi bebé, tenía que recuperarme por mi hijo, verle reír, crecer, llorar, gatear, vivir feliz con él.
Mientras pensaba en todo aquello, empezaron los dolores de las contracciones, después de unos segundos había roto aguas.
Llamé a Leo en seguida, de camino a su nueva vida, que por enésima vez o mas yo no le dejaría comenzar, se dio la vuelta por el camino y me llevó al hospital.
Cuando llegamos Daniela había nacido ya, su carita era la de una niña preciosa, aparentemente sana y con muchas ganas de vivir, pues lloraba a todo pulmón, como diciendo aquí estoy yo, no se hablar todavía pero lloro que da gusto.
Ahora mi niña es mi vida, mi ilusión y mi esperanza, gracias a ella y a todos los que me quieren me han querido y me querrán, he logrado mejorar mi calidad de vida, he podido salir despacio y con paciencia, pidiendo ayuda a gritos, de esta obsesión, siendo fuerte pensando en lo bueno que nos da la vida en la gente que nos quiere y en lo bonito que es vivir.
septiembre 12, 2010
LA OBSESION DE NORA
Las discusiones con Leo eran constantes, echándome en cara, y con razón, que no les quería ni a él ni al bebé.
- Nora esto no puede seguir así, te estás haciendo daño, y lo peor, no piensas en ninguno de los dos. Ni en ti tampoco. Ahora tienes una familia lucha por ella, por favor, ¡No lo ves! ¡No te ves! Por dios, haz un esfuerzo.
- Ya lo se pero no puedo, que crees que no quiero, lo intento con todas mis fuerzas pero mi cabeza no me deja en paz.
- No puedo creerlo, no te importamos nada, hazlo por tu hijo, por nuestro hijo. Mañana iremos al médico, yo no puedo más.
- No quiero, me ingresarán intentarán hacerme comer, no quiero. -Lloraba desconsolada.
- Eso es lo que haremos, no se hable más del tema.
Así lo hicimos no hablamos más del tema, me ingresaron a los dos días, estaba desnutrida y el bebé corría peligro. Me obligaban a comer, vigilándome a cada momento para que no hiciera ninguna locura.
Nadie se preocupaba de lo que sentía, todo desde fuera se ve de otra manera, pero en mi interior nadie entraba. Era consciente, en todo momento lo fui, de que me hacía mal a mi y a todos, pero mi obsesión me podía.
Lloraba en silencio, cuando nadie me veía, el dolor que tenía dentro de mí, nadie podía saberlo nada más que yo. Me pregunté tantas veces si había sido una buena idea haberme quedado embarazada. Estaba siendo egoísta, sólo pensaba en mi misma, pero eso era lo que quería hacer pensar sólo en mí.
septiembre 08, 2010
LA OBSESION DE NORA
Todo eso lo supo Ana mi psicóloga cuando yo se lo conté, comprendió que necesitaba a alguien, me comentó si quería tener hijos.
- ¿Qué te parece Nora, un bebé? -Dijo alegre por la solución.
- Ana no tengo la menstruación, peso cuarenta y dos kilos. - Dije triste.
- No te preocupes por eso, podemos arreglarlo, tendrás que poner mucho de tu parte si quieres de verdad, que esto salga bien, intentarlo y te quedarás embarazada, eso si queréis, claro está.
- Claro que quiero, haré todo lo que está en mi mano, para que eso ocurra. Un halo de luz volvió a mi triste y obsesiva vida.
- Empezamos ya mismo.
- De acuerdo. -Dije asustada.
Hablé con Leo, le pareció una excelente idea, aunque no habíamos pensado tener hijos tan pronto, siempre habíamos querido ser padres. Adelantaríamos el acontecimiento por el bien de todos.
Nos constó sudor y lágrimas pero al fin me quedé embarazada.
Los primeros meses de embarazo los pasé sin problemas, cuando empezó a crecer nuestro hijo en mi interior, todo cambió.
Tenía la impresión de no poder, de no ser capaz de llevar este embarazo a cabo, mis fuerzas estaban al límite, lo intentaba pero no podía.
Mi cuerpo cambiaba rápidamente, sintiéndome cada vez peor, no me importaba nada lo único que quería era no engordar más, por eso no comía, sin tener en cuenta el estado de mi hijo.
No salía de casa para nada, me pasaba el día limpiando sobre limpio, intentando mantenerme ocupada el máximo tiempo posible, para no pensar en la comida y desgastar calorías.
Me pesaba diez veces al día, sin ropa por su puesto, mirándome al espejo una y otra vez, viéndome gorda cada vez que lo hacía.
septiembre 03, 2010
Leo me pidió que me casara con él, inmediatamente le dije sí, algo cambió en mí, ahora me interesaba la boda, estaba contenta, ya no pensaba en otra cosa y aunque moderadamente empecé a comer.
Unos días antes de la boda tuve una recaída muy grande, los ataques de ansiedad eran parte de mí y no lo soportaba más. Así que hice algo de lo que me arrepiento con el alma, intenté quitarme la vida, no con mucho éxito, pues una cuchilla de sacapuntas no es que corte mucho, pero sí, me herí.
Mi madre al enterarse se cabreó muchísimo y quiso ingresarme en seguida, aunque el ingreso empeorara más mi situación, ella sólo quería sacarme del pozo en el que estaba inmersa, sin saber muy bien como.
- Mamá por favor, quiero casarme, deja que lo haga, luego hacemos lo que tu quieras.
- No puedo creerlo, dijiste que confiara en tí, no puedo Nora, no puedo. No quiero dejarte sola, te he dejado sola demasiadas veces, sin saber por lo que estabas pasando. - Dijo consumiéndose por dentro.
- No estaré sola, estaré con Leo, te prometo que voy a cambiar, pero no me ingreses, por favor te lo pido, dejaré que me ayude. - Le dije desolada.
Mis promesas caían en saco roto, pues siempre he llevado y llevaré esta cruz.
Leo y yo nos casamos esperando un cambio así en la vida de todos. Lo intentaba con todas mis fuerzas, algunas veces lo conseguía y otras muchas fracasaba.
Cambié de psicólogo cien veces, de medicamentos, pero nada funcionaba, todo era inútil, muchas veces quería tirar la toalla, me preguntaba si quería seguir así o por el contrario ser feliz de una vez conmigo misma y hacer feliz a los que estaban a mi alrededor, mi obsesión vivía con todos nosotros.
Ana mi nueva psicóloga, me hizo ver por fin las cosas de otra manera, indagó en mi vida familiar y comprendió que me sentía inferir a mi hermana pequeña, pese a llevarnos siete años nos llevábamos bien.
Sára mi hermana es inteligente, auto-suficiente, sin complejos, con una vida perfecta, que entiendo se ha hecho con mucho esfuerzo. Yo la admiro y me gustaría ser como ella por eso la envidio, a mis padres se les cae la baba con ella.
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