abril 01, 2010
EL DÍA A DÍA EN LA VIDA DE LAURA II PARTE
Hablando con la familia le observaba, absorta en la mirada del anciano, cabizbajo con el semblante triste, pensaba si realmente sentiría algo.
Caundo se quedó sola, revisò sus papeles, mientras, su cabeza no la dejaba pensar con claridad.
No hacía otra cosa que pensar en Iván, en su vida, en la vida de los dos.
¿Ella le quería? No lo sabía, ahora mismo, no.
Volvió a su trabajo, aunque no le apetecía nada, pero debía evaluar la situación .
Se concentró en su nuevo residente.
La familia le había contado cosas horribles, como que ya no les reconocía, eso era muy doloroso para ellos, no podía mantenerse en pie y era imposible asearle, no quería comer, y tenía espisodios violentos.
Todo esto significaba que estaba en un estado avanzado de la enfermedad de Alzheimer.
Síntomas que hacen imposible una convivencia entre el anciano y sus familiares.
Tenía mucha confianza en su personal, era gente cualificada que les encantaba su trabajo y el trato con todos y cada uno de ellos.
La residencia no era muy grande, lo suficiente, y Laura ayudaba a cuidarles como la que mas, pues también adoraba todo aquello.
Cuando decidió dedicarse a cuidar personas mayores, nadie lo entendió, sus padres estaban orgullosos de su enfermera, ellos querían que fuera médico, pero ella no, se conformaron con que fuera una buena enfermera.
Mas tarde se hizo auxiliar de geriatría, trabajando como tal en muchas residencias, formándose cada vez más y mejor, aspirando todo lo que hacían y veía de los demás.
Estuvo tres años como directora de una buena residencia, grande, con más de trescientos ancianos y allí aprendió más de lo que había imaginado, por eso decidió poner la suya propia, para que sus ancianos disfrutaran de las comodidades de un hogar, al apartarlos de su propia casa incluso de sus seres queridos, se sentirían como en casa.
Llamó a Jaime, era su mano derecha, llevaba tantos años con ella que casi no lo recordaba, unos ocho quizás, pero sin él ella no era nada, le era de gran ayuda siempre que hacía falta un hombre para levantar peso, allí estaba él, o para controlar momentos violentos en lo que todos se revolucionaban, a parte de hacer su trabajo como nadie, pues los ancianos le adoraban.
Volvió a pensar en Jaime como hombre, hacía tiempo que no le pasaba eso, se quito ese pensamiento de la cabeza.
La culpa se apoderó de ella, otra vez.
CONTINUARÁ...
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1 comentario:
Quiero más de Lauraaaaaaaaaaaaaaaaaa¡¡¡¡¡
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