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noviembre 18, 2009

TODO Y NADA


Sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo, pero no podía evitarlo, le quería demasiado, se había enamorado de él.
Se veían cada día en el trabajo allí donde se conocieron.
Todo empezó de manera inocente se gustaban, tonteaban pero nada mas. Aunque los dos se deseaban, en el fondo de su ser.
Era una noche de invierno, Sábado y su mujer se había ido a pasar unos días con su madre, llevándose a sus dos niñas con ella, no lo estaban pasando muy bien.
Estaba aburrido últimamente se aburría demasiado, pensó que podía llamarla, cogió el móvil y marcó su número, empezaron una conversación que duró mas de dos horas, cuando decidieron colgar él la animó a que se vieran, sin pensárselo dos veces ella dijo que sí.
Ese día fue el primero de muchos más.
En el trabajo nadie sospechaba nada, pues lo llevaban muy en secreto, no ocurría lo mismo con su mujer algo se olía no era la primera vez que su marido se veía con otras personas.
No fiándose de él le cogía el móvil leyendo mensajes y mirando con mucho detenimiento los números de teléfono que no conocía.
Un buen día se le ocurrió mandar un mensaje haciéndose pasar por su marido, se dio cuenta en la factura del teléfono que había un número que se repetía demasiadas veces.
Al principio los mensajes eran normales, luego la cosa empezó a ponerse calentita, se dio cuenta que aquello no era una simple amistad, estaban liados.
La rabia y la impotencia recorrieron su cuerpo poniéndole los pelos de punta, consumiéndole el alma.
Al otro lado del móvil ella leía con entusiasmo pensando que era él, hasta que leyó algo que la dejó blanca, petrificada y también porque no, avergonzada. Era su mujer a la que le había dicho todas esas cosas, no podía creerlo, estaba nerviosa, le temblaban las manos ¿Cómo no se había dado cuenta?
De repente pensó en hablar con él dejarlo no quería hacer sufrir a nadie aunque le quisiera, tenía una vida con alguien que le quería, niñas pequeñas sin culpa ninguna, no podía separarle de ellas.
Decidieron verse para hablar, en un sitio cercano a su casa, hablaron largo y tendido. Comprendiendo cual era la situación, sin haber planeado cual serían las consecuencias.
Una voz le interrumpió, su mujer, se miraron horrorizados ella estaba muy enfadada y ellos no sabían que decir.
- Elige. Le dijo ella con los ojos envueltos en lágrimas, sabiendo en su interior que le podía perder para siempre.
Miró a una, tan preciosa, divertida, joven, sin responsabilidad alguna, era perfecto demasiado, quizás.
Miró a la otra, su mujer, madre de sus pequeñas, no se acordaba cuando le había dejado de querer, pero ahora recordaba que no la quería.
Y salió del bar solo, sin ninguna de las dos, alejándose de lo que mas quería y de lo que más había querido, pero no podía más, tenía que desaparecer, empezar de nuevo, huir sí, estaba siendo cobarde, no tenía que haberse metido en líos ninguna de las dos se merecía un ser tan despreciable como él.
Entró en su casa llenó sus maletas con lo básico y salió dejando atrás todo lo que al parecer se había dado cuenta que no quería, dando paso a algo nuevo que al parecer, se había dado cuenta, que le faltaba.



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