noviembre 22, 2009
MALTRATO CERO
Hoy me ha vuelto a pegar, solo porque la comida no le gustaba, menos mal que las niñas no estaban en casa.
Las oígo demasiadas veces llorar al otro lado de la habitación, seguro que tienen tanto miedo como yo.
Me miro al espejo y no me reconozco, mi rostro se esconde debajo de los moretones, las lágrimas escuecen en las heridas que nunca se cierran, no parando de sangrar, como mi corazón también golpeado y dolorido por sentimientos que jamás pensé que tendría hacía él.
No se como escapar, salir hacía un nuevo mundo con mis dos pequeñas, sin sentirme culpable por no poder darles lo que ellas necesitan.
Viene a casa cada día, pidiéndome perdón, que retumba en mi cabeza, convirtiéndose en humo, después de cada paliza que me vuelve a dar.
Quiero huír, escapar corriendo y no parar, pero temo que me encuentre, necesito que me devuelva el valor que me quitó con el primer puñetazo.
Tengo que pensar en ellas no tienen derecho a vivir así, a ver como su madre no hace nada, sacaré las fuerzas de lo más profundo de mi corazón dolorido y miraré hacía adelante, buscaré ayuda, alguien nos protegerá y así nuestras vidas comenzarán de nuevo, sin miedo, ni terror, sin golpes ni ataduras, seremos felices y jamá nadie nos dirá que somos seres inferiores. Somos fuertes y tenemos ganas de vivir.
Nunca miraré atrás y todos esos golpes que algún día me dio, serán puntos en un papel cuando mi vida y la de mis hijas cambie para siempre.
Viene a casa dispuesto a pedirme perdón, cuando ve que nos hemos ido llora como un niño rabioso, pataleando porque su juguete favorito se le ha perdido.
Lo que no sabe es que jamás lo encontrará.
A TODAS LAS MUJERES QUE VIVIEN ESTE SUFRIMIENTO MUCHO ÁNIMO, NO SOMOS JUGUETES, EXISTE OTRA VIDA AHÍ AFUERA
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