julio 04, 2010
EL DÍA A DIA EN LA VIDA DE LAURA CAPITULO 17º
Jaime se bajó del coche, aparentemente nervioso, sacó las maletas del maletero, miró hacia la puerta de la que ahora iba a ser su nuevo hogar.
Laura y él estuvieron hablando largo y tendido de todo lo ocurrido, su amor era lo más importante y el bebé lo era aún más, así que decidieron vivir juntos.
Jaime pensaba en su nueva familia y se apenaba por la antigua, sus hijas lo eran todo para él y las vería siempre que quisiera. Así se lo hizo saber a su ex-mujer, que ella no consentía que Jaime viera a sus pequeñas por todo lo acontecido entre ellos.
Aunque el matrimonio no fue nunca un jardín con flores de todos los colores, más bien, todo lo contrario, él adoraba a las niñas y recuerda haber querido a su mujer algún día, hasta que dejó de hacerlo, quizás cuando conoció a Laura, a partir de entonces ella empezó a formar parte de su vida.
Nunca le fue infiel con ninguna otra, no por falta de oportunidades sino por falta de valor. Y porque no se le cruzó en su camino ninguna mujer con la que le apeteciera estar y desde luego enamorarse.
Pero con Laura todos sus planes de futuro con su familia se fueron al traste y se enamoró perdídamente de ella desde el día en que entró por la puerta de la residencia que los dos mano a mano levantaron con éxito rotundo, de la que están iménsamente orgullosos.
Se ex estaba enfadada con razón, pues le había mentido, consciente del daño que iba a causar. Pero sus hijas no tenían porque pagar los errores que Jaime había cometido, no permitiría que las niñas dejaran de compartir su vida, con su padre.
Estaba emocionado iba a empezar una nueva vida con la persona que amaba, pero la pena y la preocupación por sus hijas no le dejaban disfrutar del momento.
Laura esperaba dentro de la casa a que Jaime apareciera por la puerta, ansiosa por la llegada, no paraba de corretear por la casa recogiendo aquí y allá, para que todo estuviera acogedor.
Se olía el café desde fuera y eso a Jaime le tranquilizó, se imaginó sentado en el sofá con una buena taza de café, al lado de Laura, saboreando la grata sensación de ser padre de nuevo.
Llamó a la puerta, Laura abrió en seguida, se fundieron en un abrazo que duró unos cortos pero intensos segundos.
Sin resentimientos ni rencores se besaron.
En el momento del beso sonó el teléfono, Laura se estremecía cada vez que oía el maldito aparato, nunca traía buenas noticias.
Traspasó el salón lo más deprisa que pudo casi cayendo al suelo, tropezó con la pata del sofá hasta que llegó a el y lo cogió, extasiada por el recorrido hecho.
No daba crédito a lo que estaba oyendo, confirmó sus malas experiencias con ese pequeño aparato que se había propuesto no dejarla ser feliz.
CONTINUARA...
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