Veo sus ojos negros como el carbón, por todas partes, su pelo alborotado se acomoda en mi retina hasta nublarme la visión.
Sus labios los siento junto a los míos.
El estado de mi concentración en el trabajo ha sido mínimo, estaba en otra cosa, obsesionada por lo que soñé anoche.
Ha sido tan real que me da miedo, le he tenido tan cerca que me corta la respiración y me nubla la razón.
Si no supiera a ciencia cierta que ha sido un sueño, algo irreal, diría que es algo que ya he vivido.
Ni siquiera se quien es el chico con el que he soñado, pero le tengo aquí presente en mi cabeza, a cada instante pienso en él.
Yo quiero pero no puedo, él me agarra y me besa, su lengua juega con la mía, sus labios se funden con los míos.
Pero yo me aparto y me separo de sus brazos fuertes como rocas.
A mi espalda está su cuerpo inmóvil, mirándome con sus ojos negros, clavándolos en mi espalda, sin decir nada, respirando entrecortado, con pasión, con deseo.
Noto como se mueve hacia mi, noto como se acerca, su calor rodea mi cuerpo, me coge del brazo y me da la vuelta, vuelve a besar mis labios, yo quiero pero no puedo.
Me levanta en brazos llevándome a su cama, allí dejo que mi cuerpo sea amado, acariciado besado tocado y penetrado, flotamos y aparecemos en el suelo.
Ahora recuerdo la sensación de mirar a Raul desde el suelo, desconcertada, culpable, queriendo volver a conciliar el sueño para ver sus ojos, sentir sus manos y besar sus labios.
Cuando sonó el despertados a las seis, tuve que darme una ducha fría, salir rápido de casa sin ni siquiera despedirme de Raul.
Antes de que venga a casa le llamaré, necesito oír su voz. Creo...
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